XIV Estación

JESÚS ES SEPULTADO
Después de haberlo bajado de la cruz, lo llevaron al sepulcro.
He aquí el ejemplo más grande de la humillación. Escuchemos
a San Pablo: « Tengan un mismo amor, un mismo espíritu,
un único sentir y no hagan nada por rivalidad o por orgullo.
Al contrario, que cada uno, humildemente, estime a los otros
como superiores a sí mismo. No busque nadie sus propios
intereses, sino más bien, el beneficio de los demás. Tengan
entre ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús:
Él, que era de condición divina, no se aferró celoso a su
igualdad con Dios. Sino que se aniquiló a sí mismo tomando
la condición de siervo, y llegó a ser semejante a los hombres.
Habiéndose comportado como hombre, se humilló,
obedeciendo hasta la muerte, y muerte en una cruz» ( Fil 2,2-8).
Aquí vemos todo lo contrario de la actitud de Adán y Eva,
nuestros padres en la desobediencia. Siendo hombres,
quisieron ser iguales a Dios. Jesús, siendo Dios se hizo igual
a nosotros, para salvarnos. El silencio del sepulcro tiene
mucho que enseñarnos.

OREMOS
Señor Jesús, enséñanos a ser humildes. Que nunca busquemos
los honores de este mundo. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.


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